Por María Elena Matadamas
Arroyito revoltoso, / ¿Qué te dijo aquel clavel?: / Dice, que no ha muerto el jefe, / que Zapata ha de volver
Visité y recorrí con detenimiento y gran gozo la exposición Emiliano. Zapata después de Zapata el domingo previo (dos días antes) de que estallara la polémica sobre la inclusión de un cuadro que presenta al caudillo de la Revolución mexicana feminizado, en una transgresión de la imagen viril del héroe nacional que luchó por la defensa de la tierra y de los derechos de los campesinos mexicanos.
Habían pasado casi dos semanas desde que la exhibición se abrió a la visita en las salas Nacional y Diego Rivera del Palacio de Bellas Artes sin mayor impacto mediático que las notas informativas dando cuenta del contenido general.
Ver la obra del pintor Fabián Cháirez (Chiapas, México. 1987) circular de manera intensiva como parte de una campaña publicitaria oficial emprendida desde la Secretaría de Cultura (SC) federal, presagió controversia. Se apostaba por una imagen que desataría el morbo de quien la viera y sembraría una idea errónea sobre una muestra que merece una tarea de divulgación inteligente para despertar en el ciudadano común la curiosidad y el interés por acudir a verla.
Con audacia la institución eligió una pintura en la que el Caudillo del Sur es representado con cuerpo de mujer desnudo, con zapatillas y sombrero rosa, montando un corcel blanco que tiene el miembro erecto, sin medir las reacciones que desencadenaría en un país en el que no sólo los hechos de violencia contra las mujeres y los casos recurrentes de homofobia nos hablan de una sociedad machista, misógina, dominada por la moralina y los prejuicios, sino en el que muchas investigaciones y encuestas desarrolladas por INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) reflejan la persistencia de un grave problema de discriminación por género, preferencia sexual, rasgos físicos y culturales, creencias, entre otros.
Una estrategia publicitaria llamativa para una exposición que recién había iniciado su periodo de exhibición por casi tres meses, del 27 de noviembre al 16 de febrero del 2020.
Sería interesante escuchar de las autoridades de la Secretaría de Cultura del Gobierno Federal los aspectos que llevaron a la elección precisamente de esa imagen dentro de un acervo de más de 140.
Pero mucho más ilustrativo ahora, será conocer los argumentos de por qué se negoció con la familia Zapata que la obra se mantuviera en exhibición adjuntándole una nota que señale su desacuerdo por la interpretación de Zapata hecha por Cháirez y por qué se comprometió su retiro de la publicidad, decisión que abrió otra polémica con múltiples cuestionamientos de integrantes de la comunidad cultural, para quienes sienta un mal precedente que podría afectar a otras exposiciones y eventos, al abrir el derecho a réplica y a la censura en los museos, cuando éstos son espacios de debate público.
DESAFÍO A LA ICONOGRAFÍA OFICIAL
La irritación social derivada del Zapata gay devino en una violencia verbal, amparada en la libertad y el anonimato que permiten las redes sociales, con una andanada de críticas, insultos y reclamos por parte de personas que lo único que habían visto y conocían de la propuesta museográfica sobre el personaje histórico, era el cartel publicitario.
Una de las primeras reacciones en el sector oficial fue de la Margarita González Sarabia, titular de Turismo del Gobierno de Morelos –la tierra del héroe revolucionario-, quien pidió retirar el promocional del Zapata afeminado al considerar que “no fue una decisión muy afortunada”
En los días subsecuentes, en twitter como facebook los usuarios reclamaron que Bellas Artes expusiera una obra “mal gusto”, “ofensiva” y “denigrante” de la imagen del caudillo. El Zapata gay se volvió trending topic con opiniones lanzadas desde el encono, el desconocimiento de la exposición, pero también del prejuicio, la intolerancia y la homofobia.
Voces de indignación acusando falta de respeto y vergüenza por la “humillación al país, a la historia y al revolucionario”. Hubo medios que aprovecharon la coyuntura difundiendo notas que ponían énfasis en las obras “escandalosas” de la exposición y en la producción pictórica de Cháirez “que centra su atención en la anatomía masculina feminizada y con posiciones eróticas”.
En plena polémica, el investigador e historiador universitario Luis Vargas-Santiago, responsable del discurso museográfico de la muestra, lanzó un mensaje en su cuenta de Twitter: la polémica levantada por la obra de @Fabianchairez13, incluida en mi curaduría #ZapataDespuésDe Zapata, revela la homofobia y machismo de los escandalizados, pero, sobre todo, reafirma la necesidad de que más espacios centrales como @mbellasartes sean ocupados por discursos plurales.
El escándalo se esparció sin atender que la exposición del Palacio de Bellas Artes y la dimensión histórica de Zapata sobrepasan lo que una interpretación pictórica del caudillo pueda ofrecer; y sin considerar que en la vastedad y diversidad de representaciones reunidas, cada uno tiene la libertad de elegir la imagen del Zapata que le sea más afín o simplemente, pasar por alto las obras que le incomoden.
En sí misma la muestra está planteada como una provocación –en el mejor de los sentidos-, en tanto que busca generar nuevas reflexiones de la manera en que construimos los símbolos en los que descansa nuestra identidad nacional.
A través de más de 140 piezas, entre pinturas, obra mural, esculturas, dibujos, fotografías, grabados, indumentaria, documentos, publicaciones, instalaciones y videoarte, las dos principales salas del Palacio son dedicadas a la revisión crítica de las representaciones, interpretaciones y cuestionamientos que han tenido las imágenes zapatistas a lo largo de 100 años.
Está sí, la imagen tradicional de Zapata macho, hay documentos históricos y objetos como el sombrero que el General portaba el día de su asesinato en Chinameca (10 de abril de 1919) y el cedulario proporciona información del entorno social y político de su tiempo, de sus ideales de tierra, libertad y justicia, aunque en esta ocasión no es la biografía del caudillo lo que se aborda sino la manera en que el ícono sirve y representa a muchas comunidades, y cómo se ha ido construyendo el personaje y la leyenda por todos conocida.
Un dato a destacar es el hecho de que esta exhibición con obra de más de 70 artistas, de 68 colecciones públicas y privadas de México y Estados Unidos, de museos del INBAL, UNAM, Fundación Televisa y también del Smithsonian American Art Museum, la National Portrait Gallery y el Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, cierra el programa de actividades culturales y artísticas por el Año Oficial de Emiliano Zapata declarado por el Gobierno de la República para conmemorar los 100 años de la muerte y 140 del nacimiento del oriundo de Anenecuilco, Morelos. Ninguna otra de las propuestas creativas que se desarrollaron en Bellas Artes -espectáculos multidisciplinarios, funciones de danza, conciertos, escenificaciones teatrales- reportaron incidente alguno.
Cuando se recorren las cuatro secciones de Emiliano.Zapata después de Zapata y se leen las cédulas explicativas (interesantes, claras y amenas) el visitante descubre que está ante una exposición que desacraliza al héroe mexicano y propone otras lecturas. Incluso, hay críticas como la referida al hecho de que Diego Rivera lo retratara como un indígena vestido con calzón, camisa de manta y huaraches, en un momento en que se buscaba exaltar el nacionalismo mexicano.
Esta pintura forma parte del segundo núcleo de la muestra, La fabricación del héroe de la nación. El primer segmento, Líder campesino, presenta el proceso para la construcción de la figura de Zapata como el charro revolucionario y allí encontramos las fotografías que el caudillo comisionó de sí mismo, solo o con su ejército de hombres y mujeres; el culto guadalupano de las bases zapatistas, la participación de las mujeres y filmes como el de su entierro en Cuautla, Morelos.
Además de grabados y pinturas, se presentan fotos y más fotos antiguas, de Emiliano al lado de Porfirio Díaz, con Venustiano Carraza y con el General Pablo González –autor de la emboscada para asesinarlo-, y la del coronel transgénero Amelio Robles, que siendo mujer sirvió a la causa zapatista al tiempo que luchaba por su identidad masculina.
Después de Imágenes migrantes -tercera sección- donde encontramos trabajos artísticos que dispersaron imágenes de Zapata en suelo estadunidense, destacando aquellos que promovían un nuevo tipo de nacionalismo cultural mexicoamericano, así como pinturas y carteles que aluden a movimientos civiles de las comunidades latinas en Estados Unidos; está Otras revoluciones, la parte más cercana al público promedio, dado que presenta la variedad de movimientos políticos, sociales y artísticos que se apropiaron de la imagen de Zapata en los últimos 50 años.
Zapata ícono del movimiento estudiantil de 1968; la incorporación del Caudillo del Sur a los discursos guerrilleros de los 70 como parte de un viraje de mexicanización; los cuestionamientos de modelos de masculinidad hegemónica por parte de artistas del neomexicanismo y la crítica feminista de los 80 y 90, así como el levantamiento indígena zapatista en Chiapas en 1994.
A lo largo del trayecto de la exhición se encuentran obras de la factura de importantes creadores como David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Miguel Covarrubias, Leopoldo Méndez, Fermín Revueltas, Jorge González Camarena, María Izquierdo, José Guadalupe Posada, Luis Arenal, Arnold Belkin, Alberto Gironella y Felipe Ehrenberg.
Es en la parte final, en el contexto de las obras del colectivo de arte urbano Grupo SUMA y las piezas de Edgardo Aragón y Mariana Botey, donde se localizan El mandilón (1995), cuadro del chicano Daniel Salazar, en el que el Caudillo del Sur lleva mandil, con la mano derecha sostiene una caja de jabón y en la izquierda una escoba; y trabajos de Germán Venegas y Julio Galán con connotaciones sexuales, pero ninguno incomodó tanto como La Revolución, el óleo de pequeño formato (30×20 cm) pintado por Fabián Cháirez.
La cédula en la sala refiere que para “algunos artistas contemporáneos, Zapata no sólo es símbolo de resistencia, sino también un referente desde el cual cuestionar las masculinidades hegemónicas”.
El artista ha declarado que buscó vincular el legado zapatista con las luchas de la población LGBTTTIQA (lésbico, gay, bisexual, travesti, transgénero, transexual, intersexual, Queer, asexual…) y reivindicar la feminidad como una actitud revolucionaria.
Cháirez ya había expuesto su cuadro en un recinto del INBAL, la galería José María Velasco. Lo hizo en el 2015 en la muestra El Jardín de las delicias, sin que generara tal revuelo. Según el artista, en aquella ocasión sólo le solicitaron borrar la erección del caballo. Existe además una versión de la obra en tamaño mural pintada en un conocido bar gay del Centro Histórico de la Ciudad de México, el Marrakech, muy cerca del cual está La Purísima donde los parroquianos beben y disfrutan rodeados por vitrales y cuadros de su autoría.
Aunque en el Palacio de Bellas Artes la inclusión del Zapata gay podría pasar desapercibida por estar en un rincón y en un muro no tan visible al paso, desde el pasado fin de semana resultó evidente que algunos visitantes iban en su búsqueda para tomarse la foto del recuerdo.
LA TOMA DEL PALACIO Y EL ESCÁNDALO EN REDES SOCIALES
El lunes 9 de diciembre, cuando Jorge Zapata, nieto de Emiliano, anunció que iniciaría acciones legales en contra del autor de la obra y el INBAL por denigrar la imagen del caudillo, como si su palabra fuera orden, integrantes de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA) decidieron tomar por asalto las instalaciones del Palacio de Bellas Artes, lo que ocurrió al día siguiente, martes.
Los campesinos de la organización –de la que Zapata se deslindaría tras los hechos- llegaron dispuestos a descolgar y quemar el cuadro, pero la intervención del equipo de seguridad del inmueble frenó el paso de los manifestantes congregados en el vestíbulo y escalinatas del palacio de mármol, sin lograr llegar al primer piso donde se despliega Emiliano.Zapata después de Zapata.
Lamentablemente miembros de la comunidad de la diversidad sexual que acudieron a expresar su apoyo al artista y a exigir el respeto al derecho a la libertad de expresión y creación, fueron golpeados en el exterior del Palacio de Bellas Artes.
A través de un boletín de prensa (No. 1935) la Secretaría de Cultura y el INBAL fijaron postura condenando de manera inmediata “cualquier acto de violencia que vulnere los derechos humanos, las libertades de expresión y la creación, porque ellas constituyen la forma más profunda de nuestra democracia”.
“…No compartimos la censura como mecanismo de regulación de una sociedad que reclama libertad de expresión y madurez en el diálogo. Bienvenida la discrepancia y el debate estético y político, a propósito de una obra que ha cimbrado el umbral del debate entre feminidad y masculinidad. Pero no aceptamos la censura y la violencia como armas de presión política y artística”.
Ante el riesgo de que la violencia escalara, otras autoridades del gobierno de la 4T reaccionaron: “sí a la libertad, no a la censura. El gobierno está comprometido con la libertad artística y de expresión y con el respeto a la diversidad”, escribió Jesús Ramírez, vocero de la Presidencia, en su cuenta de twitter.
En la conferencia mañanera del miércoles 11, el presidente Andrés Manuel López Obrador reprobó los actos de violencia. “Los artistas tienen toda la libertad y no puede haber censura”, dijo y anunció que la Secretaría de Cultura mediaría la disputa entre el artista y la familia.
Ese mismo día, once miembros de la estirpe Zapata visitaron la exposición, guiados por el curador Luis Vargas Santiago, luego de la cual en negociación a puerta cerrada con la secretaria de Cultura Alejandra Frausto Guerrero; la directora del INBAL, Lucina Jiménez, y el director del Museo del Palacio de Bellas Artes, Miguel Fernández Félix, entre otros funcionarios, se tomó el acuerdo de que el Zapata pintado por Cháirez permanecería expuesto en la Ciudad de México aunque con una nota adjunta que indique el desacuerdo de los descendientes con la interpretación. La redacción del texto deberá contar con el consenso entre la familia, el Museo del Palacio de Bellas Artes y el curador de la muestra.
Según comunicado oficial, la familia del Caudillo del Sur pidió un trato digno para el general Zapata y rechazó que busquen un lucro económico en torno a su figura. Las autoridades del sector se comprometieron a “difundir por todos los medios a su disposición, la dignidad y el homenaje al General Emiliano Zapata, incluyendo una cartilla itinerante sobre su figura y legado, así como a retirar la publicidad de la obra La Revolución. En su lugar, la promoción de la exposición ahora echa mano de la imagen de Zapata charro mexicano, que responde al mandato de masculinidad y que es la que domina en el imaginario colectivo.
LA SEXUALIDAD DE ZAPATA Y EL ARTE DE FABIÁN CHÁIREZ
Como el debate público se concentra en la representación del Zapata femenino, el curador de la muestra Luis Vargas coloca la polémica en medio de la imposibilidad de imaginar a un revolucionario, que es símbolo masculino y héroe nacional, como homosexual.
Con 15 años de investigaciones en torno a la iconografía de Zapata, Vargas asegura que no existe fundamento histórico que confirme que la supuesta homosexualidad del Caudillo del Sur. Todo deriva de la mención que Amada Díaz hace en sus diarios sobre una supuesta relación entre Ignacio de la Torre –yerno de Porfirio Díaz y Zapata en la época (1906) en que Zapata trabajó en las caballerizas de su hacienda.
Aunque para Vargas la sexualidad de Zapata es lo menos relevante en la revisión del ícono, en la exposición hay otras referencias a ello. La obra A usted bellísimo supremo (2013) de Miguel Cano, se inspira en la historia de Zapata como caballerango de Ignacio de la Torre, asociado a la redada de los 41, en la que fueron detenidos integrantes de la clase alta porfiriana, algunos trasvestidos, quienes celebraban una fiesta clandestina.
En diversas entrevistas, Vargas ha señalado que Zapata es una figura del dominio público, por lo que, en términos del derecho intelectual, no le pertenece a la familia sino a todos los mexicanos; y el artista tiene derecho a interpretar y expresar libremente su visión del personaje. “¿Por qué sería incorrecto feminizar a un héroe? Si la identidad femenina también puede ser heroica”, señala.
Por su parte el artista de 32 años de edad, con una licenciatura en Artes Visuales en la Facultad de Ciencias y Artes de Chiapas, califica de preocupantes las reacciones que por falta de información previa ha provocado su interpretación de Zapata. “La desinformación crea violencia”.
Aunque si algo le ha dejado la polémica es una gran exposición mediática de su persona con entrevistas en radio, televisión, internet y medios impresos; reportajes y videos sobre su obra pictórica y hasta encuestas para medir la aprobación/desaprobación social de su cuadro.
La misma Secretaría de Cultura en su cuenta oficial ha circulado twetts que se refieren a él como un artista que “retrata cuerpos y escenas que no encajan, difieren o desobedecen a los arquetipos de masculinidad”.
Sobre La Revolución, la misma dependencia señala “es una pieza que cuestiona los estereotipos machistas que conforman la identidad nacional y visibiliza los movimientos de la diversidad sexual”.
A quienes lo critican por sus pinturas, a través de Twitter Cháirez les dice “Si utilizas lo femenino, la raza o la posición social como un insulto, entonces eres parte del problema y estás muy lejos de ofenderme”.
Mientras que usuarios de las redes sociales replican una andanada de memes y dibujos hechos por ellos mismos en apoyo al pintor chiapaneco, este viernes 13 de diciembre activistas de la comunidad LGBTTTI continuaron las manifestaciones pacíficas en la explanada del Palacio de Bellas Artes para garantizar la libertad creativa y protestar contra la censura, la homofobia, la discriminación, los crímenes de odio, el machismo y la misoginia.
El debate despertado por el Zapata gay aún está lejos de apagarse. En estos momentos la Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) enfrentan nuevos reclamos por parte de la comunidad artística y cultural, pues se coincide en que el acuerdo con la familia Zapata atenta contra la curaduría de la exposición y contra la obra de Cháirez y sienta un precedente que cancela las libertades, como ha expresado Vargas-Santiago luego de sostener que “un argumento moral no puede sobreponerse a los derechos democráticos”.
En declaraciones a Antonio Díaz, reportero de El Universal, Álvaro López, líder de UNTA, anunció que la próxima semana reanudarán las protestas en Bellas Artes con el propósito de que se retire de manera definitiva la pintura de Fabián Cháirez.
Ciudad de México. 22/12/2019.
Periodista